Este es un espacio donde cada prenda cuenta una historia, donde el denim se convierte en lenguaje y la tradición se reinterpreta a través del diseño.
Lo que empezó como una oportunidad universitaria hoy es un proyecto que transforma narrativas en piezas que conectan memoria, identidad y presente, recordándonos que la moda también puede ser un acto de reflexión y de encuentro.
La historia de Elisa Múnera comienza con Atarraya, una colección nacida en un proceso universitario, que sin esperarlo marcaría el inicio de su camino en la moda. Lo que comenzó como un proyecto académico tomó un rumbo inesperado cuando, gracias a la calidad del trabajo, la colección fue seleccionada para presentarse en la feria Vía Blue.
Ese paso, que parecía solo un reconocimiento académico, se convirtió en una experiencia transformadora. En la feria, Elisa vio cómo sus piezas despertaban curiosidad, conversación y una conexión genuina con las personas. Entre preguntas, miradas y comentarios llenos de entusiasmo, entendió que su voz creativa tenía un lugar y que la moda podía ser mucho más que un ejercicio técnico: podía contar historias, abrir diálogos y tocar emociones.
A partir de ese momento, su intuición empezó a convertirse en propósito. Atarraya no fue solo una colección; fue la puerta que la llevó a descubrir su sensibilidad como diseñadora y su interés por explorar la moda desde lo social, lo simbólico y lo narrativo. Desde entonces, cada proyecto ha sido un espacio de exploración, aprendizaje y construcción de una mirada propia, siempre guiada por la curiosidad y el deseo de crear con sentido.
A medida que avanzaba en su formación y en sus primeros proyectos profesionales, Elisa comenzó a comprender que su proceso creativo estaba profundamente ligado a las historias invisibles: los gestos cotidianos, los oficios tradicionales, las memorias compartidas y aquello que suele pasar desapercibido. Cada nueva investigación se convirtió en un punto de partida para preguntarse cómo la moda podía dialogar con la identidad, la comunidad y la cultura, sin perder de vista la funcionalidad y la estética. Ese interés por lo humano y lo simbólico empezó a definir poco a poco la esencia de su trabajo.
Con el tiempo, este enfoque la llevó a construir un lenguaje propio: uno que combina técnica, sensibilidad y una narrativa que invita a observar con atención. Su búsqueda constante por crear piezas que trasciendan lo superficial ha hecho que cada colección no solo vista cuerpos, sino que también revele pensamientos, emociones y preguntas. Para Elisa, diseñar es un acto de conciencia y un ejercicio de autenticidad, donde cada decisión —desde un material hasta una silueta— es una oportunidad para generar significado y dejar una huella que conecte con quienes se encuentran con su obra.